
Tras asistir a la ejecución de las alondras has
descendido aún hasta encontrar tu rostro dividido
entre el agua y la profundidad.
Te has inclinado sobre tu propia belleza y con tus dedos
ágiles acaricias la piel de la mentira:
ah tempestad de oro en tus oídos, mástiles en tu alma,
profecías...
Mas las hormigas se dirigen hacia tus llagas y allí
procrean sin descanso
y hay azufre en las tazas donde debiera hervir la misericordia.
descendido aún hasta encontrar tu rostro dividido
entre el agua y la profundidad.
Te has inclinado sobre tu propia belleza y con tus dedos
ágiles acaricias la piel de la mentira:
ah tempestad de oro en tus oídos, mástiles en tu alma,
profecías...
Mas las hormigas se dirigen hacia tus llagas y allí
procrean sin descanso
y hay azufre en las tazas donde debiera hervir la misericordia.
Antonio Gamoneda
No hay comentarios:
Publicar un comentario